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Crítica al perfecto idiota latinoamericano de Plinio Apuleyo 01



Lo más importante que puedo decir es que la idiotez no tiene nacionalidad, como prueba de ello es que hay idiotas que creen el comunismo: americanos, mexicanos, peruanos, colombianos, argentinos, chilenos, rusos, chinos, franceses, españoles, etc. 
El perfecto idiota venido como anillo al dedo de cualquier tragedia, es el Idiota Universal. 
El idiota universal, muchas veces no tiene la culpa, más de no ser honesto y no reconocer que no sabe, o que no tiene los datos precisos en el momento preciso, es una persona que realmente no está preparada para la vida, ni siquiera para las actividades más simples y cotidianas. 
Desconoce a cómo hacer las cosas correctamente, o como podrían hacerse mejor, carece de habilidad para emprender nuevas cosas, y para identificar sus propios errores, si alguien lo descubre y crítica lo volverá su enemigo, pues lo que al idiota universal le gusta, es formar parte de la secreta fraternidad de los mediocres, que entre mediocres son solidarios y no se denuncian entre sí. Mal de muchos, es consuelo de idiotas.  
Es por ejemplo el que está escuchando, y asiente con la cabeza como si realmente pudiera entender lo que le estás diciendo. Como cuando haces referencia a un personaje de Shakespeare y él no sabe ni quien es Shakespeare. Ni como se escribe, ni cómo se pronuncia. 
Es un hipócrita, que cree que lo sabe todo, de lo que ha visto, que se siente muy importante, siendo el personaje más vulgar e insignificante del mundo. No sabe ni escribir, ni hablar correctamente, no sabe cuándo callar, ni cuando hablar, ni que hacer. Todo lo hace mal porque no se da cuenta que lo hace, pues de otro modo no lo haría. 
Es un mentiroso patológico. Se inventa viajes al extranjero, que es persona de mundo, que todo lo ha visto, es un mediocre. 
Tal mediocre es un ser pertinaz, que juega a esconder la cabeza, ante sus propias mentiras, miserias y defectos, negándose a admitirlos, y para no admitirlos se busca coartadas, chivos expiatorios, repetirá estúpido su credo de justificación y autovictimismo:
Yo no hice mal, fue el imperialismo el culpable, de que gastara el dinero en tonterías.
Yo no hice mal fue el neocolonialismo.
Yo no hice mal, fueron las trasnacionales que no me quisieron dar trabajo, no lograron explotar mi talento. Es decir, no saber nada y querer cobrar por todo. 
No fue mi culpa, fueron los injustos términos del intercambio, que no quisieron sentirse bien regalándome su trabajo y su riqueza, sin hacer yo nada cambio.
Es que yo soy mediocre, pobre e ignorante por culpa del Pentágono, la CIA, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, los Iluminatí, por culpa de la Iglesia Católica, por culpa de España, por culpa del clima, por culpa de los gobiernos anteriores, por culpa de mi tía, por culpa de mi mamá que no me dejo casarme. 
Así piensa el idiota universal. Frustrado. 
Porque como dijo Lawrence E. Harrison “El subdesarrollo es una enfermedad mental”. 
Por otra parte, uno de los errores fundamentes del libro: “El perfecto idiota latinoamericano” es que es un texto profundamente anticatólico, profundamente antireligioso.
Los prejuicios anticristianos afloran una y otra vez, y están mal aplicados al encontrarles comparación con el marxismo, con el comunismo, con el socialismo, con el Estatalismo. Una cosa no tiene que ver con la otra. 
Los autores pecan de vulgaridad y exageración como los socialistas, digo yo, y sin embargo no los pongo en la misma categoría que seguro sería injusto teniendo presente que conozco sus diferencias, por ejemplo, cuando alguien exagera pierde credibilidad: “Es el libro más serio del mundo y después de leerlo igual que el verso de Vallejo...”. 
Una forma muy equivocada de escribir, y no es el estilo, es un error en distinguir. Por ejemplo, en el primer capítulo todo muy bien. El idiota latinoamericano es una licuadora de ideas absurdas, citas tontas de algún personaje asqueroso que él cree importante o venerable: Lázaro Cárdenas, Emiliano Zapata, José Martí, y luego dice el autor: “El pensamiento político de nuestro perfecto idiota se parece a esos opulentos pucheros tropicales, donde uno se encuentra lo que quiera desde garbanzos y rodajas de plátano frito, hasta plumas de loro”.
Perdón, pero no, eso sería riqueza, y lo que se tiene ahí en su mente, el idiota latinoamericano es basura y mierda. Que mata las mentes que mueren de hambruna de conocimiento. Citas de Cárdenas, Zapata, Sandino, Stalin, Lenin, Marx, etc. son basura.   
No es que tenga un conocimiento variado el idiota latinoamericano, sino pobreza. Como está su cabeza así igual los malos pensamientos que produce. 
El libro también tiene el error de justificar, e incluso tratar con ternura a éste imbécil latinoamericano, que no nos merece ningún respeto. Pues no es justificación su pertenencia a la clase media, ni su edad para ser tonto e incoherente.  
(...) Si  hay  hambre  en  la  isla,  será  por culpa  del  cruel  bloqueo  norteamericano;  si  hay  exiliados,  es  porque  son  gusanos incapaces  de  entender  un  proceso  revolucionario;  si  hay  prostitutas,  no  es  por  la penuria  que  vive  la  isla,  sino  por  el  libre  derecho  que  ahora  tienen  las  cubanas  de disponer de su cuerpo como a bien tengan. El idiota, bien es sabido, llega a extremos sublimes de interpretación de los hechos, con tal de no perder el bagaje ideológico que lo acompaña desde su juventud. No tiene otra muda de ropa. (...).
El idiota, es idiota has al hablar, en las expresiones, que usa, en ese mismo momento hay que corregirlo, y no dejarlo ni respirar, cuando dice: los «favorecidos por la fortuna».
A ver no, la gente que es rica, es por su trabajo, a excepción de que sea un político socialista que se hizo rico robando. Debemos de dejar bien claro que no existe eso de la fortuna, es trabajo, quien lo hace quien no, quien se esfuerza y quién no. No hay fortuna, que es lo que cualquier mediocre diría para sentirse bien con su propia mediocridad. 
(...) ¿Privatizar empresas del Estado (FRACASADAS, CORRUPTRAS Y COSTOSAS PARA TODOS??  Jamás, gritará nuestro  perfecto  idiota  vibrante  de cólera. No se le  puede entregar a un puñado de capitalistas privados lo que es patrimonio de todo el pueblo (y es patrimonio del pueblo porque el pueblo no puede venderla, o disponer de ella), de la nación entera (y si es de la nación entera porque nadie puede hacer uso de ella ni cobrar de ella, ni vender su parte). Eso jamás, repetirá con la cara más roja que la cresta de un pavo. Y su auditorio entusiasmado dirá  también  jamás,  y  todos  volverán  algo  ebrios, excitados  y  contentos  a  casa, que cambie para nada su condición. (...).
(...) Nuestro perfecto idiota es necesariamente un clientelista político.  Tiene una clientela electoral que ha perdido quizá sus ilusiones en el gran  cambio  social  ofrecido,  pero  no  en  la influencia de su jefe y los pequeños beneficios que pueda retirar de ella. (...). Como López Obrador, perfectamente definido el farsante López Obrador en estas pocas líneas, clientelismo político. 
(...) la plata del Estado es de todos; es decir, de nadie. (...). 
(...) El incremento del gasto público, propio de su Estado benefactor, acarrea con frecuencia un severo déficit fiscal. Y si a algún desventurado se le ocurre pedir que se liquide un monopolio (ESTATAL)  tan  costoso  y  se  privatice  la  empresa  de  energía  eléctrica,  los teléfonos,  los  puertos  o  los  fondos  de  pensiones,  nuestro  amigo  reaccionará  como picado  por  un  alacrán.  Será  un  aliado  de  la  burocracia  sindical  para  denunciar semejante  propuesta  como  una  vía  hacia  el  capitalismo  salvaje,  una  maniobra  de  los neoliberales  para  desconocer  la  noble  función  social  del  servicio  público (robar, robar, que noble es robar). (...).
Los sindicatos son mafias. 
Los políticos socialistas son criminales, lastres del progreso.
Por otra parte, es muy cierto que los idiotas de izquierda, siempre están proponiendo reformas y nuevas constituciones, que son constituciones comunistas. Muy cierto, que eso siempre es la destrucción de un país. 
Solo una cosa; ¿Es intención del autor ridiculizar la defensa de la vida? Porque si se lee con atención dice: (...)  O una nueva Constitución que consagre al fin nuevos y  nobles  derechos:  el derecho  a  la  vida,  a  la  educación  gratuita  y  obligatoria,  a  la vivienda  digna,  al  trabajo  bien  remunerado,  a  la  lactancia,  a  la  intimidad,  a  la inocencia,  a  la  vejez  tranquila,  a  la  dicha  eterna.  Cuatrocientos  o  quinientos  artículos... (...).
Si es ese el caso, la defesa de la vida desde la concepción hasta la muerte, no tiene que ver con idiotas, sino con el derecho más importante. Los idiotas pro-aborto, que deben ser puesto en una categoría superior en idiotez, los hay solo en la izquierda. 
La idiotez es esencia de la izquierda. 
Por eso encuentro que también el autor comete un error terrible al inicio de su libro, en decir que éste es el libro de la idiotez que es dice él de “derecha” de “izquierda”, “católica” o “protestante”, no, no existe tal cosa. 
Y es muy idiota decir eso. En política la idiotez esencial y única de la izquierda. 
Quien es idiota no puede ser de derecha. 
El protestantismo es un error doctrinal, y tiene sus orígenes en cierta idiotez al no poder comprender la doctrina católica. 
Así que no. La idiotez es de izquierda y universal. 
El idiota universal habla de su raza la grandeza de su raza, eso sí que es muy cierto. 
Quieren hablar con orgullo de un montón de indios caníbales que no conocían la rueda, ni el manejo de los metales. Dicen estupideces como que hay que retornar a las raíces. Son una burla. Habría que decirles que, si ellos quieren que lo hagan, pero eso sí, nada de celulares, ni computadoras, ni radios, ni trenes, porque eso es europeo, y capitalista. 
(...) Nuestro perfecto idiota considera  con todos  ellos  que  deben  rescatarse  las  raíces  indígenas  de  Latinoamérica siguiendo  los pasos de un Mariátegui o de un Haya de la Torre, cuyos libros cita. Apoya a quienes denuncian el neocolonialismo cultural y  le  anteponen  creaciones  de  real  contenido social  {esta  palabra  es  siempre  una  cobija  mágica)  o  introducen  en  el arte  pictórico formas y reminiscencias del arte precolombino. (...). 
Pero que lo sepa bien que, si quiere apoyar ruidos horribles de aborígenes que él llama “música” que lo haga con sus recursos, no con los recursos públicos, y entonces sí que no le gustara.  
Es en pocas palabras, el pensamiento decadente, el del perfecto idiota latinoamericano, que e tan soberbio para no ver, que lo que dic, propone, es el mismo trillado manual de fracasos, el cual ejecuta al pie de la letra para llegar al fracaso. 

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