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viernes, 3 de julio de 2020

Orgullo Gay 2020 - Vergüenza ajena | Marcel García


Los métodos de manifestación usados por el Lobby LGTBI son carentes de ética y de un verdadero activismo contra la discriminación, incluso se pueden considerar actos denigrantes, ofensivos, degenerados, que expresan locura, odio e inconsciencia, métodos indignos, sin ninguna dignidad ni respeto, ni a la sociedad en la que viven, ni sus valores o tradiciones, pero peor aún las manifestaciones LGTBI son expresión de una especie de AUTODENIGRACIÓN EXTREMA DEL GÉNERO HUMANO, se faltan en todo momento el respeto a si mismos. 

Las manifestaciones LGTBIAQ no dejan lugar a dudas de cuales son realmente sus pretensiones, cuando se ven éstos desfiles del mal llamado "orgullo" "gay" no se ve ningún mensaje contra la discriminación, ni  por justicia, ni por igualdad de derechos, o por mejorar el país en el que viven, simplemente su ve una sucia agenda política autoritaria, escandalosa, ensordecedora, que no acepta dialogo ni discusión, EXHIBICIONISMO de una sucia depravación sexual con actitudes neuróticas y abusivas.

Se ve con claridad un enfermo narcisismo, egoísta y cruel, un odio y desprecio totalmente enfermo contra la familia, que es su principal resentimiento y frustración, la familia disfuncional, el origen de los LGTBI en la mayoría de los casos, se claramente un colectivo en guerra, con una serie de ataques contra la Iglesia de aquellos que principalmente salen a las calles semidesnudos vestidos como ropas que emulan a las de los sacerdotes y monjas, y tocándose con lascivia, de manera libidinosa y promiscua. 

Vemos con claridad que el objetivo no es una manifestación porque consideren que se les han negado derechos iguales que como ciudadanos tenemos todos, sino que vemos y ven todos los que hablen con franqueza que es salir a las calles para ofender a todos aquellos que no pensamos como su grupo de poder supremacista y bien financiado por fundaciones, universidades, y corporaciones multinacionales, además por el Estado con recursos públicos, dinero de nuestros impuestos, que pro derecho democrático es miles de veces más nuestro que suyo, y ello no redunda en nada al bien común.

Se sabe bien, y por ello, no es un día de orgullo sino de vergüenza ajena, un día de pena ajena. Nadie que realmente importe en este mundo tomara en serio tales actos, que solo ejemplifican un objetivo, el colapso de la civilización humana.