Los adeptos al mal, se han centrado en profanar la pureza de los niños. Lo estamos viendo en forma descarada y a toda velocidad con las imposiciones del LGTB, que son una ventana de Overton para normalizar toda clase de conductas perversas contra la infancia, ritualmente buscan ofender a Dios con lo más preciado que tiene la humanidad, los niños. Al que hace daño a los niños no le espera sino tormento eterno y maldiciones.
Ésta también es una advertencia para aquellos que no conocen absolutamente nada sobre éste tema, y entrecomillas por su ignorancia de la que no se les puede culpar del todo se han prestado a creer que son naturales todas las aberraciones que transmiten los medios, la música, el cine y la literatura.
No es amor la fornicación. No es amor el estupro y la pedofilia.
A quitarle la masacra y decirles no, que pierdan su poder, desnudos de la ilusión de hacernos creer que estamos obligados a seguirlos en sus modas, normas y demás patrañas, contemplen la fealdad del demonio.
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