Éste fin de semana asistí a otra misa, muy emotiva la narración de la Pasión de Cristo y la oración. Brotaron las lagrimas de mis ojos sentí ganas de llorar.
Jeremías 13,17 - Pero si no escucháis esto, mi alma sollozará en secreto por tal orgullo; mis ojos llorarán amargamente y se anegarán en lágrimas, porque ha sido hecho cautivo el rebaño del SEÑOR.
San Crisóstomo dijo: “Solamente la contrición quita el pecado. Los otros pesares tienen un resultado muy diferente... Pero si, al contrario, sentís haber ofendido a Dios, vuestro sentimiento destruye vuestros pecados; vuestras lágrimas, al caer sobre las faltas, las borran.” La contrición, dice San Efrén, cura el alma, ilumina el espíritu y borra los pecados. El espíritu compungido es el sacrificio más grato a Dios: Tú no despreciarás, Señor, el corazón contrito y humillado (Salmo 50, 19).